Marta Segrelles Psicóloga

Después del TCA

Antes de empezar a escribir esto tuve que preguntar a mis antiguas compañeras de terapia cuántos años hace que estuvimos en el centro. Cuando me diagnosticaron bulimia no purgatoria tuve una percepción del tiempo distinta, mi vida era el diagnóstico, los síntomas, la comida, los atracones, el cuerpo y la decepción constante de la gente de mi alrededor que no cumplía con las indicaciones básicas que yo necesitaba. Se distorsionan muchas cosas cuando tienes un TCA y el tiempo también fue una de ellas.

Para mí, la bulimia 7 años después, me ha servido de espejo, pero no como aquellos espejos en los que me miraba y nunca me gustaba, o me gustaba a veces pero en realidad nunca me sentía conforme, un espejo que me ha permitido conocerme y verme a través de él, un espejo sano que no entiende de comida ni de cuerpo ni de peso y la verdad es que eso creía que no existía.
El TCA me ha permitido verme a mí con mis polaridades, con el ahora todo, ahora nada, ahora como mucho, ahora ayuno, ahora busco gustar a alguien y si no recibo la respuesta que quiero entonces me paso al lado contrario y busco rechazarlo para que sienta como me siento. Me ha enseñado a relacionarme con mi cuerpo de forma sana, a no tapar lo que siento con parches como el cuerpo, la ropa, la comida y si soy sincera, me ha abierto un melón que era solo el principio de todo lo que yo tenía y tengo que aprender.
La verdad es que todo esto suena a frase de taza pero hace mucho que no hablo de la bulimia y creo que eso es muy bueno porque ahora hablo de mis miedos, de mi necesidad de control, de lo poco que me quiero y de muchas otras cosas que con terapia me veo más capaz de cambiar que mi cuerpo, cosa que nunca conseguí y que paradójicamente, cambió cuando dejé de esforzarme.
Hablar de todo y sentirlo ha hecho que el síntoma caiga y desaparezca. Cuando estaba en tratamiento le decía a mi terapeuta que tenía la sensación de que cada fracaso me devolvía de nuevo al principio o incluso que estaba peor que antes. Otras veces le decía que dudaba si era mejor darme un atracón que sentir el dolor de las emociones que me producían mis heridas.
Ahora tengo clara la respuesta a las dos cosas, nunca vamos a peor, seguimos en esa espiral que avanza a su ritmo pero nunca retrocede, sigo en proceso de respetar y aceptar mi tiempo y mi ritmo, y sobre el dolor, sigue siendo duro para mí gestionar mis emociones, descubrir a los 23 años que resulta que eres humana y que el dolor es inherente a las personas, es complicado y más cuando aprendiste a no sentir y te robotizaste como método de protección. Más adelante aprendí que el dolor está pero el sufrimiento es una opción que con trabajo personal puedo evitar o calmar.
A día de hoy soy una montaña rusa, pero hace tiempo que ya no existe el TCA, solo queda lo que me enseñó, que no ha sido poco, ahora tengo sensación de saciedad, que la había perdido durante tiempo por los atracones, no cuento calorías ni me fijo en mi cuerpo, no sé lo que peso ni me interesa lo más mínimo, hago deporte cuando me apetece por la sensación física que te queda luego y mi ansiedad ya no se refleja como un síntoma de trastorno alimenticio, es decir ya no la expreso por ahí, si la tengo la noto en la respiración o el latido acelerado del corazón, en comparativa es mejor.
Hace poco publiqué en mis redes sociales mi experiencia con el trastorno y a pesar de tenerlo superado desde hace tiempo, me entró vértigo darle al botón de publicar. En ese momento creo que fui consciente de haber dejado atrás esa etapa e incluso fui capaz de sentir agradecimiento por haberlo vivido para poder darme la oportunidad de abrirme y empezar de nuevo. Soy consciente que cuando lo estás viviendo que alguien te diga que agradece haber vivido ese calvario está lejos de ser una ayuda, pero me han pedido mi testimonio y debo ser honesta con mi yo del pasado y presente, sobre el del futuro poco puedo contar.
Ahora batallo en otro campo, ya no expreso a través del cuerpo ni de la alimentación lo que me pasa, quiero pensar que es la siguiente pantalla de este juego que, a veces doy gracias por pertenecer a él, y otras no me da ninguna risa… tengo días con algo de calma y otros en los que soy incapaz de ignorar mis pensamientos dañinos, mi psicóloga me dice que me rinda y deje de luchar contra ellos pero en la mayoría de casos no sé cómo ni qué hacer, mínimo una vez a la semana me siento hundida, perdida y aplastada por el mundo e insignificante y la mayoría de veces me culpo por no sentirme agradecida por todo lo que sí tengo.
No sé qué escribiré dentro de 7 años pero lo que sí tengo claro es que esto no se para, que esto apareció en mi vida para mostrarme algo y, valga la redundancia, para nutrirme. Me seguirán apareciendo espejos para los cuales a veces estaré preparada para ver qué me reflejan y a veces no, pero he comprobado que no hay salida de emergencia, que las cosas te ocurren y no hay parche válido que te salve y que rendirse a lo que se presenta y aprender de ello es la única respuesta para conocer cuál será la siguiente pantalla.
Escrito por Ione (Gràcies guapa, pel teu testimoni)