Marta Segrelles Psicóloga

Lo que me sobrepasa

Hay situaciones que de pequeñas nos sobrepasan, porqué la situación a resolver supera los recursos que tenemos para afrontarlo.

De hecho, el trauma lo resumimos de esta manera, como una situación que nos ha sobrepasado o la repetición de la misma situación, y sobre todo que lo hemos atravesado en soledad.

Al final, trauma significa herida en griego, y lo fastidioso del trauma no es tanto el hecho en si (que también) sino haberlo vivido en soledad, que nadie haya nombrado lo difícil que era eso para ti, que nadie haya visto tu miedo, que nadie haya escuchado tu preocupación…

Cuando no tenemos los recursos adaptativos para hacer frente a esa situación, aparecen los mecanismos de protección (a la vez son estrategias que sentimos que molestan, que nos agotan y que nos nos facilitan nuestro día a día) como puede ser:

  1. Cargar con todo
  2. Anestesiarnos
  3. Estar en Alerta
  4.  Someternos
  5. Quejarnos

Te enumero algunos de los que más pueden aparecer en sesión y que quizá sentimos que más inconvenientes nos trae usarlos a día de hoy, pero bien es cierto, que en ese momento pasado, fue lo que nos sirvió para sobrevivir.

Es decir, que la dificultad de la vida adulta puede ser la estrategia de la infancia, que se sigue usando en situaciones parecidas.

Ya que hay veces que no hemos actualizado la información, hemos crecido y nos seguimos sintiendo esas niñas que vivieron eso y no tuvieron recursos para hacerle frente, o seguimos usando los mismos recursos que ese día cuando algo nos sobrepasó utilizamos.

Por ejemplo, te explicaré la historia de una chica que de pequeña tenía miedo cuando su madre se enfadaba, la veía enfadada pero no sabía porqué, un momento estaba bien y al otro algo había pasado que empezaba a quejarse, gritar y a moverse de un lado para otro…

Cuando ella veía indicios de lo que podía venir, se iba a su habitación y se ponía a jugar con sus cosas, intentando no estar por ahí para no “pillar”, no la había pegado nunca, aunque sus gritos eran tan agresivos que sentía algo parecido al dolor físico.

Esa niña creció y ahora vive en pareja, y cuando su pareja se enfada por algo, quizá le está explicando cómo le enfada una situación en el trabajo, ella no se va a jugar como hacía de pequeña, pero se pone a fregar los platos mientras escucha, aunque ya no lo oye…se aleja de todo lo que se parezca a la rabia, intenta no estar cerca de algo que le recuerde a la cara, la mirada o el tono de voz de cuando se enfadaba su madre.

Ahora estamos trabajando en sesión para que pueda procesar todas esas escenas y que sepa que está a salvo cuando su pareja le habla de su rabia, que está expresando una emoción con ella, que está segura y que tiene recursos para poder hacer ahora lo que de niña no pudo.